Je sais, je devrais changer un peu de disque. Parler de la pluie qui est revenu sur Bogotà¡. Après deux mois de soleil on a pris la douche cette aprem’ et sauf malentendu on est reparti pour 10 mois de pluie. C’est pas une blague, Bogotà¡ est pire que Londres en matière de temps.
Je pourrais aussi aller faire des photos au marché, des photo de fruits, parler de bonne bouffe et de bon resto, de boite de la nuit… vous parler du dernier film colombien (paraiso travel) qui est une perle.
Je pourrais aussi aller voir comment vont les conseillers de la ville, comment se trame les alliances politiques pour élire les fonctionnaires publiques. je pourrais…
Bin non, je continue à faire chier avec le même thème, le reste viendra c’est sûr. Mais voilà , j’en ai tellement marre d’entendre que la structure paramilitaires a été démontée ou que ces assassins sont tous mignons, je vous mets en ligne un texte que j’ai sauvagement piqué chez El Tiempo. C’est en espagnol, navré.
à lire:
Maràa Jimena Duzà¡n. Columnista de EL TIEMPO.
El 6 de marzo saldré a marchar como lo hice el 4 de febrero: en contra de todas las formas de violencia que azotan a este paàs -no solo en contra del paramilitarismo- y honraré la memoria de todas las vàctimas de este conflicto, provengan de donde provengan.
Es probable que eso no sea polàticamente correcto en esta Colombia joseobduliesca, que cree a pie juntillas que las àºnicas marchas que valen la pena son las que refuerzan la tesis gubernamental de que Colombia no vive un conflicto, sino una amenaza militar, que son las Farc, y que una marcha en contra de los paramilitares es una estupidez porque, como nos lo han dicho una y otra vez, estos, los ‘paracos’, ya no existen desde que este gobierno los desmovilizà³ con éxito y encarcelà³ a sus mà¡ximos jefes.
Nada mà¡s falso que esa premisa. El paramilitarismo en el paàs no se ha acabado. Sigue vivito y coleando, pero transformado en otra monstruosidad: en una mafia regional prà¡cticamente legalizada y aceptada socialmente, que ya no solo se nutre del narcotrà¡fico, sino del erario pàºblico, al estilo de la mafia napolitana y siciliana. Es una mafia que ha aprendido a ganar las elecciones, que tiene a senadores que representan sus intereses y que ahora es la gran dueà±a de los puestos y de los contratos, la misma que lava sus dineros en esas pirà¡mides financieras que hoy se està¡n derrumbando. Una mafia que sobrevivià³ a la desmovilizacià³n y al encarcelamiento de algunos de sus jefes militares debido a que este proceso se hizo de manera incompleta, al dejar intactas las estructuras de poder de esas organizaciones criminales.
Desde luego, tiene sus ventajas: es una mafia que no le incomoda mucho al Gobierno; que no comete masacres, sino asesinatos selectivos, porque, a diferencia de sus antecesores, ya tiene asegurado el control territorial y el poder dentro de las instituciones del Estado que le dejaron los narcoparamilitares, quienes recurrieron a las masacres de campesinos, a las motosierras y al despojo de las tierras para conseguir finalmente el control de territorios que desde el 2000 detentan.
Esa es la misma mafia que anda detrà¡s del cultivo de la palma y de ese embeleco presidencial en que se ha convertido el tema de los proyectos agroindustriales y que se articula de maravilla con ese talante terrateniente que tiene este gobierno a la hora de pensar en los desplazados y en las vàctimas del paramilitarismo.
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Maràa Jimena Duzà¡n